Moby Dick
La historia es narrada por Ismael, el único miembro sobreviviente de la tripulación del Pequod, salvado por el ataúd vacío de su amante Queequeg. En apariencia, podría parecer que estamos ante una novela de aventuras, épica incluso, pero una lectura sosegada, que traspase la epidermis, nos introduce en uno de los grandes dramas jamás escrito. Si resulta interesante la heterogeneidad de los distintos miembros de la tripulación desde diversas perspectivas, entre los cuales cabría destacar la caracterización de Starbuck, en ciertos momentos, el contrapunto del protagonista. Lo más destacado es sin duda, la caracterización del capitán Ahab, un marino de aspecto lóbrego e inquietante, mutilado de una pierna tras un anterior encuentro con la ballena blanca. Desde que el animal lo convirtiera en un tullido, su única obsesión será encontrar la ballena y darle muerte. No obstante como señala Javier Tomeo, las razones de ese odio inextinguible, tal vez no fuera la mutilación, porque todos sabemos que hay odios que encuentran sus más secretas motivaciones mucho más allá de las cosas que han sucedido en este mundo y que actúan sobre nuestro inconsciente. Cabría pues, indagar sobre la verdadera naturaleza de Moby Dick, ha sido considerada como la encarnación marina del Leviatán, como la ballena que se tragó a Jonás, como la personificación del mal, lo que coincidiría con la explicación que de su propio color hace Melvilla, en el capítulo 42 de la novela:”La idea de blancura, si se separa de asociaciones más benignas y se une con cualquier objeto que en sí mismo sea terrible, eleva ese terror hasta los últimos límites”. En todo caso como muchas de las grandes obras maestras, sus interpretaciones son innumerables, advierte J.M. Valverde que no caeremos en creer que quepa una explicación unívoca y clara, conscientes del margen de ambivalencia aun polivalencia que hay en toda obra literaria.
Bloom, considera Moby Dick como la novela cumbre de la literatura norteamericana, para él Ahab es el Prometeo americano, un héroe-villano, como Macbeth o Hamlet, más que un genio de la villanía como Yago o el Edmundo de El Rey Lear.
La historia es narrada por Ismael, el único miembro sobreviviente de la tripulación del Pequod, salvado por el ataúd vacío de su amante Queequeg. En apariencia, podría parecer que estamos ante una novela de aventuras, épica incluso, pero una lectura sosegada, que traspase la epidermis, nos introduce en uno de los grandes dramas jamás escrito. Si resulta interesante la heterogeneidad de los distintos miembros de la tripulación desde diversas perspectivas, entre los cuales cabría destacar la caracterización de Starbuck, en ciertos momentos, el contrapunto del protagonista. Lo más destacado es sin duda, la caracterización del capitán Ahab, un marino de aspecto lóbrego e inquietante, mutilado de una pierna tras un anterior encuentro con la ballena blanca. Desde que el animal lo convirtiera en un tullido, su única obsesión será encontrar la ballena y darle muerte. No obstante como señala Javier Tomeo, las razones de ese odio inextinguible, tal vez no fuera la mutilación, porque todos sabemos que hay odios que encuentran sus más secretas motivaciones mucho más allá de las cosas que han sucedido en este mundo y que actúan sobre nuestro inconsciente. Cabría pues, indagar sobre la verdadera naturaleza de Moby Dick, ha sido considerada como la encarnación marina del Leviatán, como la ballena que se tragó a Jonás, como la personificación del mal, lo que coincidiría con la explicación que de su propio color hace Melvilla, en el capítulo 42 de la novela:”La idea de blancura, si se separa de asociaciones más benignas y se une con cualquier objeto que en sí mismo sea terrible, eleva ese terror hasta los últimos límites”. En todo caso como muchas de las grandes obras maestras, sus interpretaciones son innumerables, advierte J.M. Valverde que no caeremos en creer que quepa una explicación unívoca y clara, conscientes del margen de ambivalencia aun polivalencia que hay en toda obra literaria.
Bloom, considera Moby Dick como la novela cumbre de la literatura norteamericana, para él Ahab es el Prometeo americano, un héroe-villano, como Macbeth o Hamlet, más que un genio de la villanía como Yago o el Edmundo de El Rey Lear.
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